sábado, julio 07, 2007

Suárez – Catán.
Comparación de dos Luchas
en el terreno de la Basura.
Por Raúl N. Alvarez
[1]

Presentado en las
“Cuartas Jornadas de Jóvenes Investigadores.
19, 20 y 21 de septiembre de 2007.
Instituto de Investigaciones Gino Germani.
Facultad de Ciencias Sociales.
Universidad de Buenos Aires.

En este trabajo se efectúa una comparación de los movimientos de lucha en torno a la basura[2], que se registran en José León Suárez y en González Catán, en el Conurbano Bonaerense. El objetivo es analizar las distintas perspectivas macro y micro política de cada uno de los dos conflictos locales. Adelantamos desde ya que la conclusión a la que llegamos es que el caso de González Catán está protagonizado por sectores sociales integrados y su reclamo se centra en el problema de la contaminación generada por la basura. En cambio, los quemeros de J.L.Suárez son población marginal que vive en y de la basura, y su accionar se dirige a garantizar la subsistencia y subvenir necesidades básicas por medio de la basura. Estas diferencias hacen que el Estado trate de ignorar y minimizar el movimiento de Catán y que en cambio trate de reorientar, deconstruir y aprovechar el movimiento de Suárez. El factor diferencial que determina la posición de los actores, es el carácter marginal o integrado del sector social en que se origina el conflicto por la basura, lo que motiva a su vez, tácticas diferenciales por parte del estado.
La información de campo en que nos basamos consistió en noticias periodísticas, varias visitas a ambos lugares, entrevistas individuales y colectivas a las organizaciones y a sus miembros, y la propia intervención profesional de quien escribe, en algunos problemas puntuales, en el caso de José León Suárez.

El caso de González Catán.
La situación ambiental de González Catán, según indican los vecinos, parece ser sumamente complicada. La presencia del “relleno sanitario” del CEAMSE, se presenta como causa de graves problemas de contaminación de las napas de agua subterránea, de las que hasta pocos años atrás, la población del lugar extraía agua para consumo. Pese a que esto es enfáticamente negado por el CEAMSE, se registran en esta localidad índices desmesuradamente elevados de enfermedades como Lupus, Leucemia, Púrpura, enfermedades de la piel, enfermedades respiratorias, etc.[3] Tardaron en atribuirle la causa al relleno del CEAMSE distante unas escasas diez cuadras del centro de la Ciudad.
La noticia de la contaminación, las enfermedades y la protesta surgieron en la vida cotidiana, el seno de de instituciones locales, y fueron detectadas por sectores socialmente integrados como docentes, médicos, empleados y comerciantes.
A partir de allí se generó un movimiento de vecinos, que comenzaron a reclamar al Gobierno Provincial y al CEAMSE que retiren el relleno de ese lugar.
Desde entonces los vecinos se reúnen semanalmente y emprenden distintas acciones colectivas. Comenzaron por el pedido de reuniones, reclamos administrativos y judiciales.
Pero no fueron escuchados –ni se los escucha actualmente-. Ocurre que González Catán pertenece al Municipio de La Matanza, gobernado por el Partido Justicialista, que obtiene cierto alivio económico por soportar el relleno sanitario en su territorio.
La persistencia impune de los problemas en la salud de los vecinos de Catán motivó la continuidad del movimiento, aún contra la apatía oficial. ¿Cómo llegaron estos vecinos, cuya pertenencia cultural puede caracterizarse como de nivel medio y/o asalariado, a la decisión de cortar las rutas, como sus vecinos piqueteros? “Bloqueamos cuando nadie nos escucha”, sostienen. La gran soledad política, llevó a estos vecinos a dar un salto político y reclamar por medio del corte de rutas.
Al momento de escribirse este trabajo, llevaban realizados varios cortes[4], de carácter progresivo. Esta práctica los lanza a la escena mediática y trae a los medios masivos de comunicación. Llevan a sus víctimas a los cortes, para dar testimonio de sus motivos. En la movilización convergen vecinos de distintas extracciones sociales. Pero sobre todo, docentes. La presencia de estos “líderes de la comunidad” retroalimenta la protesta. Cuando los niños ven a su maestra en la ruta, la capacidad de lucha se multiplica, desde la dinámica de las condiciones de vida de los propios sectores socialmente integrados.
A partir de allí, hay otro elemento que converge con este movimiento, que tiende a potenciarlo, pero también a ponerlo en crisis. Durante los cortes, fueron recibiendo apoyo de organizaciones sociales territoriales de la zona, que tienen como medio de lucha el corte de rutas. Aparece allí un refuerzo que potencia el caudal movilizatorio del movimiento. Se trata de organizaciones provenientes de estratos más pobres.
La resultante de esta dinámica interna del movimiento de vecinos es una cuestión a resolver, dado que existen diferencias ideológicas, de procedencias sociales y de criterios de organización y acción política muy disímiles. Desde Diciembre de 2006 hace crisis. Uno de los grupos de nivel medio se escinde, en tanto que otros, de la misma procedencia social, tratan de seguir articulando, mediante una metodología asamblearia la inquietud de los vecinos afectados, con la capacidad de movilización de las organizaciones territoriales más estructuradas. Sea cual vaya a ser la resolución final a esta experiencia de articulación plural, el movimiento está vivo, lucha activamente, y se nutre de la diversidad de pareceres y bagajes culturales y políticos de sus miembros.

El caso de José L. Suárez.
Si bien el relleno Norte III del CEAMSE se ubica actualmente en Campo de Mayo, su puerta de entrada se encuentra sobre el camino del Buen Ayre, frente a un conjunto de barrios, asentamientos y villas de población marginal, ubicados en el “fondo” de J.L.Suarez, en el Partido de General San Martín.
Tradicionalmente existieron “quemeros” que concurrían al relleno a cirujear. Pero con el advenimiento de la crisis social y económica de fines de los años 90, este caudal de gente se multiplicó[5].
Los quemeros buscan en el basural, cualquier cosa de valor que les pueda servir. Principalmente comida. Si tienen suerte, allí encuentran cargamentos de mercadería de descarte, en buenas condiciones. Como ser artículos de construcción con defectos de empaquetamiento, herramientas nuevas con faltantes de piezas secundarias, alimentos envasados con desgaste en su presentación, alimentos congelados, zapatillas con defectos de fabricación, etc. Los mismos son descartados por empresas de venta de electrodomésticos, supermercados, y fabricantes.
Las autoridades provinciales y el CEAMSE reaccionaron inicialmente aumentando los dispositivos de represión, legal e ilegal. La represión policial fue enfrentada por los quemeros mediante diferentes tácticas de lucha: la incursión clandestina nocturna, el asalto a los camiones antes de entrar al relleno, y sobre todo, el corte del camino del Buen Ayre. La principal herramienta de lucha, de los pobladores aledaños, contra la presencia del estado en el basural, ha sido el corte del Camino del “Buen Ayre”. Pero desde que en el año 2004 tomó estado público este modo de intervención, debido a la desaparición, a manos del aparato represivo, de un chico en el basural[6], el Estado fue variando su política. Desde entonces se ha tratado de aplicar una política de negociación, consenso y cooptación.
Actualmente ingresan diariamente desde J.L.Suarez, hacia el relleno Norte III, unos 500 quemeros. Les permiten ingresar una hora por día, bajo fuerte vigilancia policial. Se les permite llevar lo que encuentren. Pero cuando llegan, la mejor mercadería, ya está enterrada, y solo les queda revolver entre los restos de basura domiciliaria. No obstante ello, el cirujeo en la quema les sigue resultando una actividad conveniente para cubrir algunas de sus necesidades básicas.
Pese a que el enfrentamiento con la policía sigue latente, la situación ha variado y desde hace alrededor de tres años los quemeros no cortan la ruta.
Los quemeros de J.L.Suárez no están organizados como tales. Su actividad es sumamente individualista. Se registran incluso casos de robos de materiales entre si, y de peleas entre grupos. Si algún tipo de afinidad existe, esta se da a partir de los barrios de los que proceden, y no en la actividad que desarrollan[7]. Por este motivo, seguramente, el CEAMSE ha elegido como interlocutores a las organizaciones barriales aledañas al relleno, ofreciéndoles la instalación y operación de plantas de separación de residuos. Si bien este proyecto de instalación de un “Polo ambiental”[8] en la zona, avanza rápidamente y ya cuenta con una docena de planta encaminadas, es dudoso que la cantidad de mano de obra a emplear permita “descomprimir” la presión que sobre la basura ejerce la población de los alrededores. Lo cierto es que se ha reencauzado con éxito una política de represión en una política de negociación y cooptación de los barrios aledaños.


Comparación de ambos casos.
Existen notables diferencias entre uno y otro frente de lucha por la basura. Para clarificar la exposición, vamos a separar distintas dimensiones del fenómeno.

1) Población que evidencia el problema.
2) Objetivo de cada uno de ambos movimientos
3) Distancia entre el relleno y los barrios no marginales.
4) Perspectivas ante la separación de residuos.
5) Organización interna de cada uno.
6) Intervención del CEAMSE en el conflicto.
7) Experiencia normal/ anormal de la basura.

1) Características sociales de la población que evidencia el problema.
La contaminación y sus correlativos problemas de salud, surgen en González Catán en un sector de población que podríamos caracterizar como "integrada". No se trata de población marginal. Al contrario, son las propias instituciones educativas y sanitarias oficiales locales, las que detectan el elevado índice de enfermedades causadas por contaminación. A partir de allí, estos sectores sociales movilizan a sus "líderes de opinión" y atrás de ellos, todo el conjunto de los vecinos de la zona. Recién con posterioridad, una vez que el proceso de lucha ya ganó la calle y traspasó la decisión de cortar las rutas, formando un conglomerado activo de militantes sociales, que aglutinan tras de si, tanto a vecinos integrados como a población pobre o marginal.
En el caso de J.L.Suarez, en cambio, la población en la que emergen los quemeros son barrios nuevos o marginales, conformados en "villas" o en "asentamientos". Es un conjunto de población que vive por debajo de la línea de pobreza, acostumbrada a administrar la insatisfacción de una variedad de necesidades básicas. La situación socioeconómica de indigencia afecta gravemente la posibilidad de detectar enfermedades producidas por la contaminación. Más aún, se valen de la basura como recurso alimentario y económico, destinado "no morirse de hambre" en el presente, descuidando, como es de prever, las consecuencias futuras para su salud.

2) Objetivos de cada uno de los movimientos.
Los vecinos de González Catán son un movimiento originado en la contaminación. La percepción de la enfermedad desespera y moviliza al común de la gente. No son un simple movimiento "nimby"[9] (not in my back yard = no en mi patio trasero), justamente porque son afectados directos por la contaminación ya ocurrida. No obstante, para ganar legitimidad, tratan de presentar su reivindicación como "ambientalista" y en beneficio de toda la sociedad, no solo de los vecinos locales.
Cabe preguntarse qué ocurriría si lograran erradicar el basural de González Catán. Pese a sus víctimas, el movimiento probablemente se vería agotado –como ya ocurrió con el movimiento de vecinos de Villa Domínico, en Avellaneda, cuando cerraron aquel relleno-. En este sentido, vemos que el objetivo del movimiento de González Catan es altamente asimilable por la estructura socioeconómica que lo produjo. Bastaría con cerrar este relleno y abrir otro en otro lugar, para que el movimiento se atenúe y neutralice.[10]
El movimiento de José León Suárez, en cambio, demanda otra cosa. Lo que quieren los quemeros es el acceso a la basura. No que se la saquen de ahí, sino que le dejen acceder a ella. Y en particular quieren basura "de la buena", rica en materiales a recuperar, y no cualquier tipo de basura.
Este tipo de reclamo tiene dos tipos de consecuencias:
a) acá tienen su basura: el estado ha modificado su política represiva para con los "intrusos" quemeros, y ha reencauzado institucionalmente esta demanda social. Ahora lo que ofrece es una solución de consenso, consistente en facilitar la instalación de plantas separadoras de residuos, con mano de obra ciruja, reconvirtiendo a los quemeros en operarios industriales.
La propuesta es algo ambiciosa, dado que difícilmente se creen tantos puestos de trabajo como para justificar a los 500 quemeros que entran actualmente al relleno, a cambiar su actividad.
Más allá del grado de factibilidad cuantitativa del proyectado "polo ecológico", lo cierto es que esta propuesta tiene como destinatarios a las organizaciones territoriales de los barrios aledaños a la entrada al relleno. El estado requiere de ellos que se organicen, que formalicen sus agrupamientos en personas jurídicas, y que transformen su capacidad de lucha y movilización en capacidad de gestión de empresas de tipo social.
La propuesta ha sido exitosa en su finalidad de "descomprimir el conflicto social" en torno a la basura. Pero es incierto su desenvolvimiento futuro, dado que obliga a los líderes barriales a entrar en un conjunto de trajines burocráticos y clientelares de incierta resolución.
b) Basura y propiedad: la actividad de recuperación, informal o institucional, implica necesariamente un cuestionamiento del criterio de propiedad imperante respecto de la basura. El recuperador necesita acceso a la basura más rica.
No toda la basura que ingresa al relleno tiene igual valor. Hay residuos domiciliarios, que es la basura más común, cuyo contenido varía según cambie la composición social de la zona en que se generó. La basura de San Isidro y Vicente López es mucho más valiosa que la de José C. Paz o Malvinas Argentinas.
Pero además hay residuos generados por empresas industriales y comerciales, que para los cirujas tienen un alto valor, y que no se encuentran en la actividad de cirujeo callejero, sino solo dentro del relleno. La basura más buscada son los alimentos, que son desechados en grandes cantidades, por estar cercanos a su fecha de vencimiento, o por presentar deficiencias de envase o calidad, pero que son perfectamente consumibles. Hemos recogido testimonios de quemeros que para conseguir su cena de navidad han concurrido a la quema y obtuvieron carne de cerdo, cordero u otros animales, congelada, en condiciones de ser consumidas.
En otros casos se desechan productos que se venden en supermercados, que ya no están en condiciones de colocarlos en las góndolas, pero que sí pueden ser usados, como máquinas herramientas con cables cortados, tornillos faltantes, etc.
Particularmente buscados son los cargamentos de descartes de productos electrodomésticos, informáticos o telefónicos, en todos los casos compuestos por muchos productos utilizables.
Por último, se encuentran también desechos de materiales que ya no pueden ser utilizados por las fábricas que los generan, pero si pueden reutilizarse si se acopian o reacondicionan. Por ejemplos, restos de placas de plásticos o metales, o cargamentos de maderas en embalajes.
La basura no es toda igual. La universalidad del concepto basura es un juego del lenguaje, propio de la cultura del consumo, que confunde lo que debe ser discriminado para su reaprovechamiento.
El problema de “la mejor basura” es la que desechan empresas, no por su valor de uso, sino por su valor de cambio. Se encuentran interesadas en la eliminación física de estos productos, porque temen que su reintroducción en el mercado pueda afectar los precios del resto de su mercadería, que no descartan sino que venden a precios de mercado. Asimismo, es probable que existan condicionamientos de los contratos de seguro de mercaderías que obliguen a su eliminación.
Aquí aparece una objetiva contradicción de intereses económicos entre los generadores de basura y los recuperadores. O dicho en términos clasistas, entre los capitalistas y la población marginal al mercado.
La actividad de recuperación no solo rescata valor de los desechos, sino que cambia el titular de los derechos sobre ese valor. Al recuperar, se redistribuye valor. En ese punto es donde se fija una intervención clasista del derecho y del estado, que prioriza la protección al derecho de propiedad de los capitalistas, y su costado negativo el derecho de “desapropiación” excluyente de los mismos. Entonces, cambiar la calificación jurídica de esa basura es cuestionar directamente la tasa de ganancia del capital.

Estas dos cuestiones: la institucionalización de las empresas sociales, y el cuestionamiento latente a la propiedad de los recuperadores de J.L.Suárez, son totalmente extraños al movimiento de González Catán, cuya reivindicación es más fácilmente asimilable por la estructura social capitalista.

3) Distancia entre el relleno y las urbanizaciones.
El centro comercial de González Catán se encuentra a unos escasos 1000 metros del emplazamiento original del relleno del CEAMSE. En el caso de Zona Norte, en cambio, y más específicamente, de J.L.Suarez, la distancia entre el relleno y los barrios de población integrada (no marginal) es de unos 2000 metros por lo menos. Lo que si existe, entre medio, en el caso de J.LSuárez, es urbanización espontánea, de tipo marginal, de una población en veloz crecimiento, entre el Camino del Buen Ayre y el Camino de Cintura. ¿Por qué el problema de contaminación se detecta en González Catán y no en J.L.Suárez? Sin pretender excluir otras variables, parece probable que uno de los factores que lo expliquen sea que la mayor distancia entre el relleno y la población integrada de zona norte. Existe población cercana en esta zona, pero su carácter marginal puede hacer que los indicadores sanitarios no sean tenidos en cuenta. “Se muere un chico, se muere un perro”, es la frase que suele repetirse. ¿Cómo va a preocuparse por los efectos acumulativos de la contaminación en el cuerpo, una población que no alcanza a alimentarse suficientemente todos los días? Las necesidades alimentarias y habitacionales insatisfechas son tan apremiantes, que probablemente no permitan la emergencia de indicadores sanitarios de contaminación. El hambre oculta la contaminación.
Otra variable a tener en cuenta, es que en González Catán el barrio lindero existe con anterioridad a la instalación del relleno. En cambio en J.L.Suárez, se instaló primero el CEAMSE, y recién décadas más tarde se fue llegando, hasta su vecindad, el asentamiento de población marginal. En González Catán, el derecho del primer ocupante, de barrios cuyos propietarios tienen títulos perfectos, con escritura, parece reforzar la legitimidad de la protesta. En cambio, en J.L.Suárez, la clandestinidad del asentamiento y la posterioridad en la ocupación parecen privarlos de esa prioridad del “primer ocupante”.

4) Perspectivas ante la Separación de Residuos.
Ambos movimientos se pronuncian a favor de las prácticas de separación y reciclaje de basura. Pero el movimiento de González Catán propone que se encuentra lejos de articular la instalación de plantas de separación y reciclaje. Reivindican el principio “basura cero”, tanto para su barrio como para otras localidades. Pero no se proponen, hasta ahora, la instalación de plantas de separación en González Catán.
Los quemeros en cambio, no solo consideran conveniente la recuperación de basura, porque de eso viven, sino que perciben que sería un progreso para si mismos el poder integrarse como trabajadores de una empresa de separación[11], con las vicisitudes futuras que señalamos en el punto 2) a) .-

5) Organización interna.
El movimiento de González Catán está organizado en torno a una práctica asamblearia. Parece un tipo de funcionamiento cercano al movimiento de Asambleas que se dio en la Ciudad de Buenos Aries luego de la crisis del 2002. Es significativo el aporte que realizan los militantes sociales procedentes de sectores medios y docentes, que están avanzando en la experiencia de articular el reclamo de población integrada de nivel medio con el apoyo de organizaciones territoriales de población más pobre. Su organización, no tienen autoridades. Sino tan solo coordinadores transitorios a los que la asamblea les encarga o comisiona determinadas tareas.
En síntesis, podemos decir que en G.Catán los vecinos tienen una organización interna de tipo asambleario, con funcionamiento permanente, y con probada continuidad en su lucha.

La situación de los quemeros de J.L.Suarez es distinta, dado que no tienen una organización propia, sino que dependen de las organizaciones territoriales aledañas al relleno. En este sentido, podemos decir que los vecinos de Catán son un movimiento social, pero los quemeros de Suárez no. En todo caso, los quemeros son un aparte de un movimiento barrial más general.
La propia actividad laboral del quemero probablemente explique esta inorganicidad. En una primera etapa se desenvolvió en la completa ilegalidad. El propio ingreso al relleno era clandestino, y muchas veces nocturno, debiendo correr o esconderse debajo de la basura para escapar de las balas policiales.
Una vez permitido por el CEAMSE el acceso de una hora diaria a la quema, el hostigamiento policial no cesó. Actualmente, incluso, se sigue desarrollando bajo una efectiva guardia armada de las fuerzas de seguridad, que imponen temor y hacen pensar más en una vigilancia carcelaria que en una disciplina productiva.
Se suma a ello la extrema necesidad material de quienes concurren a la quema a buscar comida u otras cosas de valor. La búsqueda es individual e individualista. El que primero ve algo útil, se lo queda. Y es muy común que se produzcan peleas o robos de lo encontrado entre los mismos quemeros. Hubo varios casos de batallas campales, entre grupos de quemeros.[12]
Esas condiciones de actividad hacen que organizar un sindicato o una comisión de quemeros sea una verdadera proeza.
En cambio, lo que si aparece como factible es la organización de acciones colectivas en base a las organizaciones territoriales de los distintos barrios. La experiencia piquetera en este sentido, tuvo en varias oportunidades extensión a la lucha de los quemeros, y es justamente el instrumento que forzó al CEAMSE a cambiar su política de represión por otra de consenso. Pero en todo caso, el actor social organizado aquí no son los quemeros, sino los grupos de base territorial en donde residen los quemeros.

6) Intervención del CEAMSE en el conflicto.
La demarcación de la legalidad asigna lugares inversos al CEAMSE en uno y otro frente de conflicto.
En González Catán la acción ilegal la realiza el CEAMSE. A él se lo acusa de contaminar, es decir de actuar ilegalmente, en contra de los vecinos y del orden público en general. Los vecinos se consideran víctimas inocentes de una institución criminal, que sintetizan mediante la consigna “CEAMSE ASESINO”[13].
Por su parte, el CEAMSE en particular, y el estado en general, responden ante este movimiento de vecinos con el silencio, el vacío político, y cuando no hay más alternativa, con la promesa de cierre futuro del relleno, que los vecinos sospechan, no se va a cumplir. Recientemente agregaron una táctica que ya se ha venido utilizando en otros conflictos: la judicialización y la represión policial ante el corte de rutas[14].
En J.L.Suarez, en cambio, el discurso del CEAMSE atribuye la ilegalidad a los quemeros, a los que considera “intrusos” que realizan una apropiación ilícita de recursos económicos que no le pertenecen. Aquí el estado se adueña de la legalidad, en defensa del derecho de propiedad.
Ante la combatividad mostrada por las acciones colectivas de los barrios, el estado se ha visto obligado a reconducir su política, abandonando el enfrentamiento represivo, para pasar a la negociación cooptativa. La instalación de plantas de separación de residuos, operadas por organizaciones territoriales que empleen mano de obra ciruja o quemera es una apuesta fuerte, que muestra a nivel local, el funcionamiento de políticas de deconstrucción de la movilización popular que se llevan adelante a nivel nacional.

7) Experiencia normal/ anormal de la basura[15].
Existe, por último, una diferencia relativa a los tipos de inscripción corporal de la experiencia cultural de la basura que existe entre ambos grupos.
Llamamos experiencia normal de la basura a un conjunto de sentimientos, hábitos, sensaciones, prejuicios y conductas que las personas “higiénicas” desarrollan por encima de toda justificación de las ciencias biológicas. Son experiencias de poder a que se someten y que producen, que encuentran en la basura el límite de lo asqueroso, lo sucio, lo despreciable. Así, basura (el tacho de basura) es una construcción social que funciona como complemento necesario del orden y la limpieza. De modo tal que la basura y su asco, juegan a favor de las manías, represiones y artificios del bien, que las personas normales llevan adelante, sin darse cuenta siquiera.
La sensación más característica de la experiencia normal de basura, es el asco. Los seres humanos normales son asquerosos, en cuanto sujetos que experimentan asco por la basura. Es el caso de los vecinos de González Catán. Se reivindicación es higiénica: quieren que le saquen la basura de encima, que no solo les da asco, sino que los enferma y los mata.
En cambio, los quemeros de José León Suárez, provienen de una población marginal, con otra experiencia de la basura. Las consecuencias socioeconómicas de los planes de ajuste neoliberal dejaron a esta población al margen del mercado. No solo sin propiedad, sino sin que aparezca demanda para su fuerza de trabajo disponible. Pobres y desocupados. Entonces, inventaron de la nada. Encontraron en la basura un recurso. Cirujas, quemeros, cartoneros, y recuperadores en general, encuentran en el terreno de la basura, los medios necesarios para generar una estrategia de subsistencia que los ampare del reino de la necesidad. Entre el hambre y la desesperación, esta población marginal se ve impulsada a transgredir la línea de la normalidad y abrir la bolsa de basura ajena. Porque sabe que ahí puede calmar su hambre, o encontrar otros recursos, que desde su condición marginal, son valiosísimos.
Así, los cirujas en general, y los quemeros de Suárez en particular, han encontrado una estrategia de supervivencia, ecológicamente sustentable, y socialmente cuestionadora de las relaciones capitalistas de producción. Pero como transgredieron la línea de la normalidad, tuvieron que perder el asco. No sienten su olor. Y reciben el reproche de las personas normales, que confundidos entre la basura, los ven emerger como una basura más. Como basura humana. Nuevos monstruos posmodernos, pobres y malolientes.

Basura y Relación Social Capitalista.
Ninguno de los dos escenarios que estudiamos consisten en un caso de lucha de clases entre capitalistas y asalariados en los términos planteados por la teoría marxista tradicional[16]. ¿Significa esto que el capitalismo es ajeno a la lucha por la basura? ¿Plantea la basura un problema que está por fuera del modo de producción que la origina? Si los vecinos y los quemeros se enfrentan al estado ¿Qué tiene que ver la burguesía con estos conflictos?
La perspectiva positivista de análisis parece justificada en el hecho de que ninguno de los actores intervinientes expresa reclamo alguno respecto de la estructura social capitalista en que se desenvuelve. El enfrentamiento parece colocar al estado por un lado y los vecinos por el otro. Y la perspectiva de solución parecería pasar por algún tipo de plan técnico diseñado científicamente, que priorice el interés universal de favorecer un desarrollo sustentable. Aquí es donde las ciencias duras presentan su aporte cognitivo bajo el paradigma de la positividad suprapolítica. Legitimados en esta perspectiva técnico-científica del problema, la burocracia estatal, personificada en el CEAMSE, intenta presentar su intervención como “gestión ambiental” en defensa de los intereses colectivos.
Pero esta es solo la apariencia. La perspectiva crítica del estudio del Estado nos propone buscar, por detrás de lo visible, las relaciones sociales de fondo que se juegan en el conflicto. El estado, desmantelado de su apariencia de persona jurídica, no es más que una relación social de dominación. Y las relaciones sociales reales no se dan entre ficciones jurídicas, sino entre personas de carne y hueso, que se dividen en clases sociales en función de su apropiación / desapropiación de los medios de producción social. Lo que se encuentra detrás del estado, entonces es la clase dominante. Que juega un interés preciso en el conflicto. Pero no interviene por si misma, sino que un mediador artificioso, que es el estado, lo hace por ella.
Si analizamos qué es la basura, en sustancia, no es otra cosa que propiedad de los medios de producción, pero expresada en sentido negativo. Así, la basura sería aquella parte de los medios de producción, que como resultado del proceso de producción, han pasado a tener, para su propietario, un valor de cambio negativo. Entonces, el derecho del capitalista, respecto de la basura, se reconduce como derecho a la desapropiación de aquellos medios de producción con valor de cambio negativo. El capitalista está presente en cada bolsa de basura, por omisión. El valor de la basura que se desaprovecha, es la contrapartida y condición de la ganancia que el capitalista se apropió en la instancia de la producción. Luchar por o contra la basura, implica siempre lidiar con el capital. Y modificar las condiciones de administración y/o aprovechamiento de la basura, supone modificar las condiciones de generación de plusvalía, para el capital, no en el basural, sino en el seno de la producción.
La basura plantea un conflicto social capitalista fuera de las relaciones de salariales.
El método del enterramiento de basura, denominado por las ciencias duras “relleno sanitario” se encuentra colapsado. Y la pregunta que nos surge de la lectura de los diarios, que ya está presente en el “sentido común” de la población es ¿Qué vamos a hacer con toda esta basura? Pero si reformulamos el problema desde una perspectiva social crítica, lo que corresponde preguntarnos es ¿Qué vamos a hacer con esta basura que el capital genera? Porque la basura en si, es capital, convertido en su negatividad. Lo que se nos está planteando entonces es cómo reasignar la basura sin perjudicar la ganancia del capital. Porque en tanto el carácter capitalista del conflicto por la basura permanece oculto, lo que pasa desapercibido es que los propietarios de los medios de producción juegan objetivamente un papel en este conflicto, con vistas a que sus beneficios en la producción no se vean afectados.
Si dejamos de ver al estado como un polo de la relación en conflicto, y vemos al verdadero antagonista, la clase propietaria de los medios de producción, el problema de la basura adquiere nueva dimensión y nuevas posibilidades de solución. Pero pone en cuestión el modo de apropiación y de explotación por parte del capital.

Conclusión: dos conflictos diferentes en el terreno de la basura.
El punto de llegada consiste entonces en contrastar las características de cada uno de los movimientos.
En González Catán un movimiento de vecinos de sectores sociales integrados, ante la evidencia flagrante y mortífera de la contaminación, se vio obligado a movilizarse, y gracias a su capital cultural previo, pudo generar una práctica de lucha ambientalista “contra” la basura.
En J.LSuárez, en cambio, la extrema marginalidad en que se desenvuelven los quemeros, ha motivado la acción de organizaciones barriales que los contienen; y han desplegado un potencial organizativo y crítico del sistema establecido, que ha obligado al estado a una intervención política mucho más compleja. La integración de recuperadores a través de empresas sociales institucionalizadas, plantea nuevos desafíos a los sectores populares: el peligro multiplicado de la cooptación clientelista, y la posibilidad nueva de traducir las viejas acciones participativas de lucha (Ej.: el Corte), en organizaciones socio-productivas ecológicamente sustentables, mediadas por relaciones sociales no capitalistas.
Sin perder de vista el carácter de conflicto capitalista de la lucha en torno a la basura, se debe tener presente que su sentido es bien diferente según lo encarnen sectores socialmente integrados o sectores sociales marginales. Es la perspectiva de lucha de estos últimos la que pone en juego problemáticas económicas y culturales de fondo, no solo de la basura, sino de la propia estructura de la sociedad argentina en su conjunto.
En ambos casos, la basura, en tanto propiedad, es el eje de la lucha.
Raúl N. Alvarez. Otoño 2007.
[1] Abogado (UBA), Licenciado en Ciencia Política (UBA), Profesor de Nivel Superior (UTN) y Auxiliar Docente de la materia “Teoría del Estado” en la Facultad de Derecho, UBA. lacasilladeraul@yahoo.com.ar
[2] Otros trabajos del autor sobre la basura pueden encontrarse en http://www.poderyderecho.blogspot.com/

[3] La información suministrada por lo vecinos puede ser hallada en su página de Internet: http://www.vecinoscatan.com.ar/ . Asimismo, el CEAMSE también publica información al respecto en su página de Internet http://www.ceamse.gov.ar/.
[4] A la época de escritura de este trabajo, el 16 de abril de 2007 se realizaba el quinto corte.
[5] Se resumen en los párrafos siguientes, algunas ideas presentadas en un trabajo anterior “Los quemeros y el Estado”, que puede consultarse en Internet en http://poderyderecho.blogspot.com/2006/10/los-quemeros-y-el-estado.html

[6] Página 12, Domingo 11 de abril de 2004 “Los que van a metalear”. Y “La larga espera entre la basura”.
[7] Visita a la quema. Registro de observación. http://poderyderecho.blogspot.com/2006/07/visita-la-quema.html
[8] Esta es la nueva denominación oficial, acogida por la ley provincial nro. 13592 en su artículo 12.
[9] WALSH, Juan Rodrigo. “Los cartoneros y el problema de los residuos sólidos urbanos (RSU) en el área metropolitana.” La ley. 2003-A, 1059
[10] Recientemente se está generando dentro del movimiento de vecinos autoconvocados, un proyecto de instalación de una planta de separación y reciclaje de residuos. Pero se limita a la basura que genera el propio González Catán, y no parece –por el momento- asimilable a los proyectos de plantas sociales dependientes del CEAMSE. No se prevé la canalización de mano de obra local. Parte del movimiento de vecinos está en desacuerdo con esta propuesta. Y en definitiva, parece más bien un modo de justificar su propuesta “ambientalista” como un ejemplo propositito viable. Aunque de avanzar seguramente va a cruzarse con los intentos de cooptación del CEAMSE:
[11] MUCCHIUT, María Fernanda; MOSSINI, Ana y PAZ VILLAGRA, Lourdes. “El problema del cirujeo en el marco del Proyecto de la Planta de residuos sólidos urbanos de la Organización 8 de Mayo”. Año 2005. Trabajo de diagnóstico de Taller Nivel II, Cátedra Del´Alio de la Carrera de Trabajo Social, de la Faculta de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
[12] En otros rellenos, estos enfrentamientos se han llegado a cobrar la vida de una persona. Por ejemplo, véase “APARECIÓ MUERTO UN JOVEN EN MERCEDES. Efectos de la incipiente guerra de la basura” en “Prensa de Frente”. 30 de Enero de 2006. http://prensadefrente.org/

[13] Ver fotos en la página http://www.vecinoscatan.com.ar/
[14] “González Catán: desalojan a manifestantes en el Cinturón Ecológico. Un grupo de vecinos impedía desde hace cuatro días el ingreso de los camiones recolectores de basura, porque según ellos "ese lugar es un foco contaminante". La Policía detuvo a 21 personas.” Clarín.com 3 de Noviembre 2006.
[15] Ver ALVAREZ, Raúl Néstor. “La basura como construcción social normalizadora”. Ponencia presentada en las II Jornadas de Filosofía Contemporánea. Michel Foucault y la política. Escuela de Humanidades. UNSAM. Año 2006.

[16] “Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.” MARX, Carlos y ENGELS, Federico. “Manifiesto del Partido Comunista”. Tomado de “Obras Escogidas”, Editorial Cartago. Buenos Aires. 1984. Volumen 1, Página 94,